No es como en las películas, ¡y está muy bien!

Debería ser una obviedad sostener que el sexo suele ser muy distinto a como nos lo presentan en la ficción. Crecemos viendo películas, leyendo novelas y libros de tinte erótico, y al comenzar a copular nos damos cuenta de que pasan muchas cosas que jamás se mencionan; que esa supuesta perfección muy pocas veces la podremos encontrar en la cotidianeidad, y mayormente acaban elevando nuestras expectativas en niveles que resultan nocivos para la salud mental de cualquier persona. 

Por ejemplo: si nuestros encuentros sexuales apenas duran unos minutos; si surgen ruidos y aromas extraños, o si nuestra compañera no alcanza el orgasmo, inmediatamente se nos viene a la cabeza el erróneo concepto de que necesariamente estamos haciendo algo mal, cuando es más probable que solo experimentemos lo que viven la mayoría de los mortales. Y guardamos silencio en vez de hablarlo.

¿Por qué no tenemos el coraje de plantearlo con normalidad?

En general, porque nos avergüenzan ese tipo de situaciones incómodas. Sin embargo, es fundamental empezar a verlas como algo muy natural y común, ya que no hacerles caso y/o compartiéndolas con personas de confianza aprenderemos a soltarnos cada vez más y no darles más importancia de la que verdaderamente tienen.

Recuerda que, a pesar de darnos mucho pudor, «lo imperfecto del sexo hace que sea un proceso natural y bello».

Sobre expresiones y orgasmos

Es normal que tus expresiones en medio del acto sean muy distintas a las que sueles encontrar en la pantalla grande, o incluso en una porno. Durante un orgasmo tus gestos pueden deformar tu rostro y eso está muy bien, puede que incluso te veas gracioso en lugar de verte sensual, pero simplemente es nuestra respuesta orgánica frente a un estímulo que nos resulta placentero; no se verá estético, pero es natural y jamás deberías reprimirlo por miedo a ser objeto de burlas.

Por otro lado, y ya que estamos hablando de los orgasmos, es momento de interiorizar en tu ser que las mujeres no siempre van a experimentar uno de estos, muchas de ellas no alcanzan el punto máximo de goce con la penetración y, puede que, en esos casos, sea necesario emplear otras técnicas. Sea como sea, el objetivo es entender que el no tener un orgasmo no implica necesariamente definir el éxito de la relación sexual, dado que igual existe el placer sin la presencia de un orgasmo explosivo y escandalosamente exagerado.

Sobre ruidos y poses

Muy similar a lo que hablamos de las expresiones, los ruidos en medio del coito muchas veces nos generan vergüenza y deseos de ser consumidos hasta lo más profundo de la tierra, pero nuevamente debemos insistir en la normalidad de aquellos imprevistos.

Por ejemplo, no es para nada inusual oír un clásico «pedo vaginal» al momento de penetrar a tu pareja, estos se producen por el aire que ingresa en dicha cavidad, y si bien pueden evitarse con algunos ejercicios de fortalecimiento muscular que permitan tener un mayor control de la zona, no deberían ser motivo de preocupación. Son más naturales y comunes de lo que pensamos, e incluso pueden ser un buen indicador del ritmo que tú y tu compañera están empleando en las embestidas.

En cuanto a las poses, hemos conversado en otros artículos de lo beneficiosas que pueden resultar para mantener el bienestar sexual de la pareja. Ayudan a salir de la rutina y a mantener viva la llama del deseo, no es malo involucrarlas en nuestra intimidad, siempre y cuando no acaben representando un problema que pueda interferir en tu desempeño. Recuerda que, a menos de que te dediques a la industria del porno, no estás brindando un show triple X durante las relaciones íntimas con tu pareja. Nadie estará juzgando si tus poses son ridículas o si están bien ejecutadas. Ten presente que, a fin de cuentas, lo que único que importa es que tú y tu compañera se encuentren a gusto.

¿Entonces?

Los ruidos, las expresiones, los aromas, e intentar cumplir las expectativas que los medios de comunicación y la sociedad nos han inculcado puede llevarnos a reprimirnos en lo sexual y a padecer vergüenza por actos que son totalmente normales. Por tanto, debemos dejar de buscar lo perfecto y atrevernos a gozar de lo natural, dado que la sexualidad es algo que debe disfrutarse en libertad, sin complejos.

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