¡Pero no debes temer! Aquí te contamos cómo evitarlo

Imagina que estás en compañía de tu pareja. Ambos se encuentran solos, han empezado a acariciarse y la temperatura está subiendo cada vez más; sabes que estás listo para la acción, pero cuando tu amante introduce la mano dentro de tu pantalón y se aventura a estimular tu miembro por encima del calzoncillo…

Carraspeas, nervioso. Algo inusual empieza a preocuparte. Te niegas a reconocerlo. Tu amante se percata de que ya no estás concentrado en lo que estaban haciendo, y mientras te observa con gesto confuso, unos deseos incontrolables de salir corriendo te atacan a traición. Devastado, desciendes la mirada hacia tu entrepierna y maldices en voz baja. ¿Acaso tu pene ha decidido fallar justo, justo ahora? ¿Abandonándote en plena acción? ¡Maldita sea!

Suena como una pesadilla, ¿verdad?

Lamentablemente, esto es mucho más común de lo que piensas. Lo que coloquialmente se conoce como «gatillazo» no es más que la repentina desaparición de la erección, aun con el involucrado profundamente excitado. Sí, es una experiencia muy desagradable y para muchos, incluso traumática, pero debes tener muy presente que esto puede afectar a prácticamente todos los hombres del planeta. Si te ocurre una que otra vez no es para prestarle atención, pero si comienza a sucederte seguido, en ese caso lo más recomendable es consultar con un especialista.

¿Por qué se producen los gatillazos?

Hay muchas razones, pero te explicaremos las más comunes:

  • Estrés o nerviosismo: El ritmo de la vida actual es muy agitado. Muchas veces nos cuesta desprendernos de nuestras obligaciones laborales, domésticas, o cualquier otro problema que nos aqueje, por lo cual, puede resultar muy difícil mantener la concentración en otros aspectos de la vida… como el sexo. Sostener relaciones satisfactorias implica cierto grado de compromiso y, si no somos capaces de conseguirlo, es muy probable que nuestro cerebro tampoco lo haga. La mente debe compenetrarse con el resto de nuestro cuerpo, y dado que el cerebro también es considerado como un órgano sexual, si este se siente estresado tu cuerpo resentirá dicho estrés y no podrá estimularse adecuadamente por mucho que lo intentes.
  • Abuso de drogas y/o alcohol: Todo en exceso es malo, lo sabemos, y si te excedes con esas sustancias deberías saber que corres diversos riesgos, entre ellos la desgracia de padecer disfunción eréctil, o que un inoportuno gatillazo te haga perder la opción de disfrutar un buen atracón (y no, no hablamos de comida). Aquí el consejo es simple: si vas a coger, hazte un favor y consume con moderación.
  • Mala calidad del sueño: Esto va de la mano con el primer punto, pues para fornicar como un dios es vital que tu mente acompañe el desempeño del resto de tu organismo, por lo que dormir bien es un requisito imprescindible. La falta de energía puede acabar provocándote un desagradable gatillazo, así que ya sabes: si estás exhausto podrías tener dificultades para que tu amigo permanezca erguido. ¡Duerme!
  • Miedo de no satisfacer a tu pareja: Experimentar esta sensación es muy habitual, sobre todo si tienes poca experiencia. Pero, a medida que vayas practicando, deberías dominar la ansiedad cada vez mejor. Recuerda que el objetivo principal en el sexo es disfrutar, para lo cual debes dejarte llevar y no darle vueltas a todo en tu cabeza, pues la presión y la autoexigencia son pésimos aliados al momento de copular. Perderás el foco, te costará excitarte, y el resultado será una erección en caída libre.

Entonces… ¿cómo se pueden prevenir?

Lo primero es evitar sentir culpa, y lo segundo está en no responsabilizar a tus parejas sexuales. Como hemos expuesto en los puntos anteriores, existen muchos motivos —tanto emocionales como fisiológicos— que pueden generar un gatillazo. No te martirices, no te quedes pegado en eso, velo como un simple tropiezo más y sigue adelante. La única forma de que te preocupes es si comienza a sucederte en forma recurrente.

Entonces, si bien no hay un método o fórmula que te asegure no sufrir jamás de un gatillazo, lo que puedes hacer es reducir al mínimo el riesgo dejando de lado el estrés, los complejos físicos, los miedos, y todo lo que pueda distraerte al momento de intimar. Recuerda que en el sexo es primordial dejarse llevar y disfrutar el momento como algo instintivo.

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