Siempre he contado experiencias de encuentros sexuales con diferentes clientes que solicitan mis servicios de adultos, ya sea por que me conocen o por las referencias de otros satisfechos amantes.

En esta oportunidad les contaré de una incursión reciente que me la propuse hasta que lo logré.

A la tienda donde voy a comprar mis ropas intimas, uno de los despachadores es un tipo que está divino, de buen cuerpo, velludo como un oso, de buenos músculos y me imaginaba su tremendo miembro así como realmente se le veía. La desventaja era que siempre estaba a su lado, su señora esposa, pero igual yo me le seguía insinuando.

Siempre lo veía de arriba a abajo, me mordía los labios al ver ese tremendo paquete que se le marcaba en el pantalón y le modelaba la ropa que estaba comprando.

Una vez le dejé mi tarjeta de presentación y sólo me sonrío con picardía.

Pero un día llegué a su tienda y estaba solo. En media hora resolví mi fantasía sexual, ya que lo seduje totalmente y luego de llevarme una ropa para probármela en la misma tienda, le salí completamente desnuda y llevé su mano a mi conchita excitada.

Soy Elena, una chica Scort delgada de Viña del Mar, de buen cuerpo, tengo 34 años, de pechos pequeñas y una cola bien parada.

Ese hombre comenzó a masturbarme con mucho frenesí y con la misma lo invadí con un beso que ambos nos tragamos nuestras lenguas. Estaba muy angustiado por si llegaba alguien a la tienda pero corrió rápidamente para cerrar por dentro y empezó a penetrarme de pie. Lo hicimos en el vestier de mujeres. Yo desnuda y él si camisa y con los pantalones hasta la rodilla.

Me llamaba perra, puta, me culeaba fuertemente por el cabello y me lo metía sin compasión.

Yo le mame aceleradamente su guebo de gran tamaño y grosor y ambos nos besábamos con esos calientes fluidos de boca a boca.

De repente me arrastró hacia la alfombra y poniéndome en cuatro paticas, empezó a cogerme por la cuca y por mi culo simultáneamente.

Estábamos apresurados y muy excitados, me tocaba las tetas, me besaba el cuello y me metía sus dedos hasta bien adentro de mi cola. Yo gemía como loca y eso lo ponía como un perro en celos.

De repente echó un grito y me acabó dentro de mi cola. Luego de su tembladera sobre mí. Se puso a mamarme la concha y mi culo, para chupar su propio semen. Ahí fue donde acabé en su boca y caímos rendidos de placer.

Rápidamente nos vestimos y luego como si nada hubiese pasado, seguimos en la tienda. Es así como cada quince días me doy una vueltica, a ver que hay de nuevo en mi caliente tienda.

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