Soy Malena hermosa y voluptuosa por los 4 costados. Dicen mis clientes consentidos que me parezco mucho a la Paris Hilton. Como escort de Santiago me ha tocado complacer los gustos más extravagantes y raros de algunos clientes. Esos que se distinguen por ser muy especiales en el trato, en su manera de hacerte el amor y de tener rico sexo salvaje.  Son esos varones  que además están dispuestos a pagan lo que sea por tener el mejor sexo con ellos en insólitos sitios públicos o al aire libre.

Les cuento mi experiencia rara y sabrosa que viví con Don Juan Manuel, un galán cincuentón con mucho dinero y gustos extravagantes. Yo soy Tatiana chica esbelta, de curvas hermosas, todo lo tengo en su punto, piernas atléticas y bien torneadas, y además con unos pechos y una cola grande, carnosos y muy ricos. Y mi pubis delicadamente depilado.

Un viernes en la tarde Don Juan me mandó  un mensaje a mi Whatsapp privado solicitando mis servicios por un fin de semana completo. Quería celebrar a lo grande y bien sabroso su cumpleaños, con muchos paseos por la ciudad, sexo placentero, erotismo ardiente,  música y alcohol.

Pues me pasó buscando en su auto deportivo de alta gama y me  invito  primero a cenar a un restaurante y luego a irnos a una discotheca de esas que son exclusivas y privadas de Santiago. Llegamos pasada las 11 de la noche y ya tenían reservada una mesa en el fondo del local, lugar escogido por el por ser muy oscuro, tranquilo, íntimo y reservado, donde era difícil que nos vieran. El único que tenía una buena visual era el DJ, quien podía observar cada movimiento de nosotros. Yo al principio estaba nerviosa por las constantes  miradas  del DJ hacia el lugar donde estábamos y en especial dirigidas hacia mí, que casi me desnudaban con sus ojos llenos de deseo.

No te preocupes, siéntate aquí a mi lado”- me ordenó Juan, quien me fue arrastrando poco a poco hacia él. Acto seguido y sin tantos rodeos, empezó a besarme y a manosearme suavemente mis piernas desde abajo hacia arriba empezando en los talones de mis pies hasta mis rodilla para pasar a los muslos carnosos y mi cintura, todo al ritmo de la música de reggaetón que sonaba a todo volumen.

La ansiedad que tenía empezó a desaparecer y me deje llevar por la pasión  y el ardiente deseo. La mano izquierda de mi travieso galán empezó a viajar desde mi cara a la parte posterior de mi cuello. La sensación de la piel semi desnuda acentuada por la excitación que sentía mientras movía sus manos suavemente hacia la parte superior de mi corto vestido, me terminó de humedecer por completo. Estaba ya excitada. Sus manos se movieron debajo del sujetador, tocando con sutileza el pezón erizado que se escondía por debajo de mi brasier.

Entonces lo detuve, tuve que agarrarle fuertemente sus manos y le dije casi gritándole al oído, en medio del ruido de la música, que nos fuéramos ya el hotel para estar más cómodos y completamente en la privacidad de la intimidad. Se quedó tranquilo solo unos minutos, pero luego continúo con sus juegos y manoseos. Me dijo en voz fuerte al oído: “No te preocupes, aquí nadie nos verá. Yo soy uno de los dueños de este local y hago lo que quiera. Hagámoslo aquí mismo princesa!”

Entonces me tranquilice y procedí a complacer a mi cliente, mis manos sudorosas empezaron a explorar el cuerpo de Juan debajo de su camisa, parcialmente desabrochada, y desabotonando los últimos botones, hasta que al fin pude palpar en total libertad el torso de mi hombre y el enorme y grueso pene debajo de su pantalón.

Ahora se encontraban frente a frente con sus cuerpos juntos, ella enroscando sus piernas alrededor de su espalda. Con el cierre de su pantalón completamente abierto, Don Juan la echó hacia atrás, empujándola para acostarla en el diván. Encendidos, él arrancó su vestido y ropa interior y luego introdujo sus dedos en sus partes más íntimas.

Su dedo anular empezó a acariciar su clítoris de una manera sorprendentemente delicada y gentil, en medio de la  violencia de su pasión.

Don Juan me penetró con la fuerza y potencia tremenda; tanto que empecé a jadear al tiro en busca de aire entre los besos apasionados que llenaban mi boca de placer Mis ojos estaban cerrados, disfrutando de todo el placer del momento pero también pensando en quien podría vernos. Pero, al final ese pensamiento me excitaba más y más.

 La sensación de su miembro dentro de ella le llevaba al más alto del clímax. Tuve que morder duro para evitar que oyeran mis gritos y mis gemidos

Mi orgasmo aumentó el placer de mi cliente hasta que finalmente acabó corriéndose poco después que yo. Ambos nos miramos y sonreímos extasiados sobre el diván.

Mucho más calmados, nos vestimos, levantamos, el pago la cuenta y nos fuimos felices del lugar. Nunca antes había sido tan excitante hacerlo en un lugar público