Otra historia proporcionada por una de nuestras chicas escort en Santiago

Yo soy una chica escort Venezolana traviesa y muy sensual de nombre Samantha, pero me conocen como Sami. Desde joven siempre ha tenido una especial predilección por todo lo relacionado a la sexualidad  humana, el sexo me ha apasionado desde adolescente.

La primera vez que hice el amor fue con un chico por cierto mucho mayor que yo y con mucha experiencia.  Fue algo traumático  porque estaba muy nervioso,  pero estaba tan excitada (me “reventaba” del deseo literalmente) que gracias a Dios todo terminó siendo muy placentero.

Recuerdo el año pasado que un cliente que me contacto para que le prestara un servicio VIP, de La Serena,  me confeso que le habían fascinado mis fotos y mis atributos sexuales. Estaba de vacaciones por esos lados, asi que un servicio a la pasada , nunca viene mal. Además me dijo que venía siguiendo mis pasos desde hace mucho tiempo  en la página de LindaEscort. Cuestión que lo tenía loco encendido el deseo por mí, que se masturbaba solo fantaseándome. Me conto que estaba dispuesto a pagar mi pasaje en avión ida y vuelta, mi mi comidas y todo, con tal que lo visitara donde vivía. El era una cliente extranjero  que le gustaba mucho la  región de Coquimbo- La serena, y por demás  era fanático de la astronomía así como de las chicas bien hot de piel morena como yo.

Pues llego el día del viaje, me fui con mis mejor ropa deportiva  casual sexi, mis aceites calientes eróticos y las lencería rojas.

Ese día,  mi cliente tuvo la cortesía de irme a buscarme en su carro lujoso con chofer y todo al aeropuerto. Nos fuimos directo a su casa, y cuál no sería mi sorpresa, que en su hermosa y cómoda habitación donde le haría mis masajitos, había en la parte central una especie de cúpula de vidrio, tipo domo de observatorio astronómico. Esa noche fue muy caliente y linda ya que se podía disfrutar a través de la cúpula el hermoso cielo estrellado. Y sin perder mucho tiempo en la conversa e ir entrando en calor, le hice un par de masajes tailandés y otro tántrico, y para terminar me le monte encima a cabalgar como buena jinetera, y fue así que ambos llegamos al orgasmo mirando el inmenso cielo estrellado y sudorosos. Un recuerdo único por las sensaciones y emociones que viví esa noche

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